Amos y Mazmorras XI by Lena Valenti

Amos y Mazmorras XI by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2018-06-30T16:00:00+00:00


Una hora después

Jamás en su vida había sentido que se moría por la falta de contacto y de continuidad. Su cuerpo brillaba con la prístina capa de sudor que la envolvía.

Sentía los pezones doloridos. Le quemaban y al mismo tiempo permanecía en ella una sensación gustosa y placentera, que contrastaba con el escozor.

No obstante, nada, absolutamente nada, era comparable a la sensación de hinchazón que la torturaba entre las piernas.

Dasan había sido muy sistemático. En sus acciones poseía orden y ritmo. Primero le pasaba la alcachofa vibradora por todo el sexo. La colocaba sobre su clítoris, y después, cuando se humedecía, la hacía descender hasta su entrada, donde no podía caber porque era demasiado ancha. Entonces paraba, y con la mano libre, cubierta por un guante lubricante, empezaba a manipular sus pezones. Los apretaba, los presionaba, tiraba de ellos… Shia se dolía, pero no era un dolor insoportable. Al final sentía una fruición evidente que le hacía pedir más.

Aunque en ningún momento se lo hizo saber a Dasan. En esa doma se centraba en castigar sus pezones y en intentar controlar y atormentar toda su vulva. Ambas partes de su cuerpo estaban rojas e inflamadas, y Shia ya no lo podía soportar más. Además, la había azotado suavemente con un flogger, por todo el cuerpo, activando su circulación y despertando su piel como nada lo había hecho.

Estaba segura de que si le soplaba entre las piernas, se correría. Pero si se corría cuando no tocaba, él no la dejaría volver más. Así que temblaba, apretando los dientes con frustración. Cerrando los ojos para no ceder, para focalizar mejor. Pero era imposible porque sentía el deleite del orgasmo que tenía preparado en su interior y en el exterior, sobre el clítoris, desde casi el inicio de la doma. ¿Cómo iba a tolerar otro contacto?

Dasan parecía ido y maravillado por cada centímetro de su cuerpo. Era como si hubiera entrado en otra dimensión paralela donde ella lo alimentaba con solo mirarla y tocarla. Como si él absorbiera toda su energía y la fuera dejando seca poco a poco. No sabía explicarlo, pero la inquietaba y la asustaba un poco, por su apabullante intensidad.

Dasan alzó el vibrador de nuevo y analizó la situación. Estaba dilatada por el placer, tanto que poco a poco, con paciencia y si quería, podía introducirle la ancha cabeza del vibrador y sacudirla por dentro.

Pero a él le gustaba sentir con los dedos y con su propio cuerpo. Podía jugar y preparar con objetos, con floggers, como el que había usado para estimular su cuerpo entre pechos y vagina. Pero después, prefería ser él quien le diera ese placer.

No obstante, si Shia lo estaba pasando mal, para él no era distinto. Le dolía la polla de lo dura que la tenía. Hacía una hora que estaba erecto completamente, y tocar a Shia, verla y oírla gemir y estremecerse había sido la verdadera tortura para él.

Porque lo cierto era que se quería tumbar encima de ella y follarla. Así de primitivo se sentía.



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